En la Edad Media, las órdenes monásticas ejercieron una enorme influencia sobre los pueblos que estaban fuera de la civilización cristiana. En un primer momento, desde San Benito hasta San Bernardo, el monacato se regiría por la Regla de San Benito, un conjunto de normas espirituales y materiales. De dicha Regla es referencia la abadía del Mont Saint Michel, lugar de peregrinación de celtas, romanos, cristianos... Este monasterio constituyó una estructura eclesiástica integrada en una diócesis, y debido a su subordinación al prelado que los dirige, desde su fundación será protegida por reyes. Lugares como el Monte Saint Michel se convertirían en una encrucijada de culturas y simbiosis de creencias.

Virginia Teruel Puerta. Graduada en Historia por la Universidad de Murcia. Ha realizado el máster interuniversitario en Identidad Europea Medieval, especializándose en la Edad Media.